ENTENDÍ



Entendí que todo pasa, menos ÉL. 

Por Rodolfo Tum

Entendí que va más allá de lo que dicen, creen y piensen la gente de mí. Entendí que no se trata de lo que mis ojos puedan ver. Entendí que no se trata de lo que mis oídos oyen. Entendí que no se trata de lo que mis sentidos perciben.

Porque muchas veces las personas te lastiman, hasta dejarte sin aire en el suelo. Te hieren como si no fueras alguien de carne y hueso. Llega momentos donde te sientes morir.

Entonces fue donde entendí que la gente siempre fallara, que siempre habrá lutos en la vida.  Entendí que no son las veces que caigo, sino las veces que pido su ayuda. Entendí que no son las veces que soy derrumbado, sino las veces que digo: “Una vez más, ven, te necesito”.


 Entendí que mis batallas son batallas de Él. Entendí que en las burlas, chismes, dolor, Él sufre conmigo. Y es donde ruges por medio de Él, y aunque llores, grites de dolor, de tristeza, Él sigue siendo Dios y tú, Su Hijo. Por eso, nada ni nadie te separa de Su amor.

¡Bendito Jesús!

Cuando entendemos algo de su inexplicable e infinito amor y gracia. Aprendemos a callar y solo a confiar. Es cuando sus manos llenos de fuego, nos toma para pulir cada mancha de suciedad que los daños nos han dejado, luego sanar con su amor inagotable. Empieza a formar bellezas extraordinarias con cada pedazo roto de nuestro ser. Con cada fragmento rechazado, humillado, burlado, utilizado y dañado de nuestro frágil corazón. Entonces nuestra luz apagada empieza a brillar nuevamente, porque una vez mas esta el que lo hace brillar. 

Deje de mirar a los hombres, y me enfoque en Él. fuente de toda felicidad. Entonces fue cuando Entendí que se trata de Él, de su amor hacía mí, de lo que hizo por mí. Entendí que se trata de lo que soy por Él, para Él y en Él. Nadie puede darme el valor merecido  más que Él, quien fue quien me creo con amor: imagen y semejanza de Él soy.  

Entendí que Si hay felicidad más puro, autentico  y completo, es la que Dios da.  Es cuando uno entiende del valor que tiene, valor que no se compara con nada ni nadie. Nadie puede señalarnos más que ÉL. Entendí que no tengo un precio. Entendí que valgo sangre, y no cualquier sangre. Sino sangre inocente, sangre puro, sangre santa. Sangre de mi amado, quien me tenía en sus pensamientos antes de la formación del mundo. Quien me formo con sus manos. Quien me eligió antes que naciera. Que es el dueño de todo lo visible e invisible.

Entendí que a pesar de mi infortunio me sigue dando el privilegio de ser su hijo y llamarlo padre. Entendí que Él lo puede hacer todo nuevo, que siempre hay una salida y un comienzo con Él, siempre superando nuestras expectativas.  

Entendí que solo con Él. La oscuridad empieza a disiparse hasta quedar iluminado. Como solo Él lo sabe hacer con su sola presencia.

Él no abandona, ÉL no duerme, Él no rechaza, Él no traiciona, El no  miente, Él no es hombre para lastimarte y mentirte.  EL es Dios: Él es tu creador. Nos tiene a la vista las 24 horas del día. Los Siete días a la semana. Los trescientos sesenta y cinco días del año  y todos los años.

En lo vil y menospreciado se perfecciona su poder en nosotros y se hace notar cuán grande es. Cuando lo llamemos después de ser destrozado por situaciones de la vida, y es que allí está la grandeza de su nombre y la belleza de su ser: en la debilidad. Es cuando nos vuelve a decir, siempre he estado ahí. Nos vuelve a vencer con su amor. Tomándonos tal y como nos encuentra, sin importarle la suciedad que nos rodea, las heridas que mucho no tocarían. Pero el sin pensarlo dos veces, sin ver si se ensucia o no: nos abraza. Haciéndonos saber que solo en él hay plenitud de gozo.


Entendí que no hay felicidad fuera de Él. Que en si es El, la felicidad entera. Que no necesita ser completado con algo pasajero. Él es completo. Entendí que solo en Él me siento amado, seguro, confiado, completo, pleno, feliz. Entendí que todo pasa, que todo termina, que todos fallan, que todos lastiman, que todos mienten, que todos traicionan: Menos Él. 

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